Menudo añito de pandemia llevamos. Cada uno de nosotros podríamos escribir un libro sobre nuestras vivencias, tensiones, dudas y deudas, incertidumbres, penas o alegrías. En nuestra memoria queda imborrable una fecha y una decisión: el 14 de marzo de 2020, “el Gobierno aprueba la declaración del Estado de Alarma en todo el territorio español para afrontar la situación de emergencia sanitaria provocada por el Covid-19”.

 

El Gobierno decretó “la restricción de la circulación de los ciudadanos, la garantía en el suministro de alimentos y productos necesarios para la salud pública, la regulación de la apertura de la hostelería, la restauración y los locales donde se realizaran actividades culturales, artísticas, deportivas y similares, la priorización del trabajo a distancia y la suspensión de la actividad escolar presencial”. El ministro de Sanidad tuvo bajo sus órdenes directas a las autoridades civiles de las Administraciones Públicas de todo el país, en particular las sanitarias. “El objetivo de estas medidas era proteger la salud de la ciudadanía, contener la progresión de la enfermedad y reforzar el sistema de salud pública”.

 

Ha pasado un año y los políticos han encadenado errores en sus decisiones públicas. Las opiniones de los expertos han quedado relegadas. Ante esta situación, debemos ser más eficientes, dar más importancia a lo importante y centrar al paciente en el medio de todo el proceso de toma de decisiones.

 

Hay un hecho que ha quedado demostrado: no somos invencibles sino vulnerables y la sanidad no puede con todo. Necesitamos investigar más y mejor, y la prueba es que se ha conseguido distribuir las vacunas en un año cuando habitualmente son necesarios diez años para finalizar todo su proceso de producción. La ciencia nos puede ayudar mucho a superar las dificultades por lo que se debe invertir más en recursos científicos. Sin investigación no es posible sacar adelante la humanidad.

 

Mientras tanto, hay miedo en la sociedad, sobre todo si alguien de tu familia tiene un desenlace fatal, porque eso es lo peor, crea una mella enorme en las personas. Y las diferencias sociales se están agudizando lo que genera un grave problema social para las personas sin recursos, para lo más vulnerables.

 

La historia de la humanidad está llena de episodios que han supuesto un punto de no retorno en la evolución. Debemos plantearnos que, junto a las enfermedades que son la razón de padecimiento de las personas, puede haber episodios como esta pandemia que nos ponen en una situación de jaque mate. En esta partida de ajedrez son más necesarios que nunca los planes de contingencia, porque nadie puede pensar que no va volver a repetirse una situación similar. A nivel mundial no ha habido una respuesta, no hemos sido capaces de sobrellevar las condiciones de riesgo compartidas entre los países. Tenemos que diseñar planes de respuesta rápida y globalizada para afrontar nuevos retos como este. 

 

Todos queremos olvidar este año, pero antes tenemos que buscar soluciones entre todos para no dejar a nadie más en el camino. Ese es nuestro desafío.